miércoles, 10 de enero de 2018

. Final

No te voy a escribir más porque ya no puedo, me rindo, levantó mi bandera blanca. Me rindo a creer que eras mi alma gemela, si, así de cursi como suena, porque adentro bien adentro todavía habita la niña que creía en el amor para siempre, en el correspondido y el final feliz.
Sin embargo acá estoy, luchando con la ilusión de querernos tanto como Romeo y Julieta, de despertar a tu lado cada mañana y como nunca sentir el olor a café con un desayuno contigo, en la cama, de que me sorprendas con un "que linda estas" o un "te quiero". No entiendo como a pesar de tantos llantos, frustración y dolor en el pecho, aun sigo aquí, esperando un milagro que nos una, queriendo forzar a tu destino y al mio a ir juntos; es sorprendente lo mucho que ciega el amor, como también la terquedad y la obsesión, no quiero eso, quiero creer en el amor sin condición.
Por eso te dejó ir, aunque ya hace mucho te fuiste solo, te suelto la mano, porque sé que el amor es lo contrario al egoísmo, y quiero que seas feliz con quien debas serlo, yo no puedo causar eso, ni aunque pelee por ello, porque mi derrota puede en el futuro ser una victoria, para ambos.
A veces tengo la sensación de ver el destino escrito, y dicen que no se juega con eso, porque puede arder el corazón; yo ya lo he comprobado, hoy le he gritado que no va a ser, que me toca despedirme con un sabor agridulce, porque siempre queda lo bueno, lo lindo, lo dulce, y si es amor tiene que ser mucho más grande que cualquier tonta despedida, después de todo, estamos de paso. Y me alegra saber que aunque yo no pude ser, vos si fuiste, el motivo de esa sensación, de alegrías y sonrisas... al menos mientras duró.

No hay comentarios:

Publicar un comentario