Nuestro pasado, así como nuestros antepasados, no deben quedar solo ahí, cada uno de nosotros tiene el deber de trasmitir todo lo aprendido por experiencia propia o por anécdotas de abuelos, abuelas, tías, tíos, papá, mamá, etc, no dejemos que mueran, atrapemos a la vida en cada aprendizaje, en cada gesto, en cada consejo. Después de todo... lo único que quedan son las buenas historias.
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